sábado, 16 de julio de 2016

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¿A quién defendemos?

Suelo creer y decir que es en cierto modo injusto que se llame violencia de género solamente cuando es un hombre el que agrede o maltrata a una mujer. Está claro que las formas físicas de maltrato son generalmente más sencillas para ellos -a no ser que se encuentren con alguna cinturón negro-, pero hay otras: las psicológicas. Y, ciertamente, las mujeres suelen saber bastante de eso.

Leyendo a Ada -y su repercusión- empiezo a comprender, después de alguna que otra conversación anterior, por qué también puede estar bien hablar en cierto momento del machismo y de la violencia contra las mujeres sin meter por medio aquella contra los hombres. Hagamos un cambio de papeles: la mujer ahora será un hombre negro y el hombre será uno blanco. ¿Qué ocurre en un caso así? Cuando se denuncia el racismo, se suele hacer referencia a la supuesta superioridad de la raza blanca que algunos aún tienen instalada en su pequeña cabecita. Y normalmente no hay una avalancha de personas, tanto blancas como negras, pidiendo que se recuerden también los casos en los que es el negro el agresor y el blanco el agredido.

Ahora bien, ¿qué es lo que veo diferente? En mi opinión, se han generado leyes que benefician a las mujeres por el simple hecho de serlo, mientras que no ha sido así con las personas de otras razas.  Estamos llegando a un punto en el que, como las mujeres se ven perjudicadas en algunos aspectos, hay que beneficiarlas sin más en otros para lograr el equilibrio. Por decir algo, hay lugares en los que a las mujeres se les ha exigido menos para ejercer como bombero (¿bombera?, qué feo) o policía (¿entonces los hombres deberían ser policíos?, quizá son demasiadas preguntas). ¿Qué sentido tiene? Si se trata de rescatar a alguien, lo importante es que quien vaya a hacerlo reúna ciertas cualidades, ¿no? Aparte de esas empresas con "políticas de equidad" que contratan al mismo número de mujeres que de hombres, para que parezca que son megaigualitarios.

Otro ejemplo, bastante más controvertido, es el agravante de pena por violencia machista. No termino de ver sentido a que te castiguen más por algo que has aprendido en casa, en la sociedad. La culpa de que un niño no esté bien educado es casi siempre de las personas que tenían que encargarse de hacerlo, no suya. Y no todo el mundo tiene la capacidad de ver de repente el mundo de otra manera. Muchas personas, hombres y mujeres, han sido educadas en ámbitos familiares machistas. Una condena mayor por esto no va a parar a los demás porque tomen conciencia. Como mucho se detendrían por miedo. Pero creo que ya está suficientemente demostrado que el miedo no funciona muy bien cuando en Estados Unidos no hay grandes diferencias entre los países que rechazan la pena de muerte y los que no lo hacen. Ser castigado puede servir para educar, pero difícilmente lo hará si es un tercero quien recibe el castigo. Y no opinaré sobre las denuncias falsas porque cuando busco datos siempre son demasiado difusos como para aclarar algo.

No debemos olvidar que las mujeres han de tener donde acudir en casos de violencia. Así como los hombres; así como cualquier persona. ¿Estamos diciendo que hay un número para violencia de género solo disponible para las mujeres que sufren malos tratos por hombres, mientras que no hay ninguno para, por ejemplo, parejas homosexuales u hombres maltratados por mujeres? ¿Simplemente porque es el caso en el que hay una mayor diferencia de fuerza física, al menos en principio, y porque "el machismo es una tradición y es un tema social"?

Tenemos que saber ver más allá de todo esto. Y, siempre, recordar que todos somos personas.

lunes, 11 de julio de 2016

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La niña bonita

Creías que volvería mucho antes.

Cuando te he dicho que no, me has mirado con cara entre sorprendida y extrañada. Me he reído y tú también.

Pero en mi interior reinaba el vacío. Ese que ya hace años que no has sabido rellenar y en ocasiones se mezcla con un atisbo de tristeza.

¿Qué ha pasado? Solo tú lo sabes, supongo. Quizá me lo cuentes algún día. Quizá nos lo cuentes. Pero solo quizá. Porque quizá no dé tiempo.

O quizá acabes olvidando hasta quién soy. ¿Lo sabes acaso? ¿Lo recuerdas aún? Porque ya ni siquiera yo estoy tan segura.

sábado, 9 de julio de 2016

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Se llama...

Lo conoces.

A los cinco días ya estás con él.

Dices que es lo mejor que te ha pasado.

No creo que sepa lo que es eso.

Tampoco sé si quiero.

Probablemente no.

No quiero cegarme. ¿De qué sirve? No es útil. Solo ves parte.

Y al final has de enfrentarte a la cruda realidad...

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