Creemos que nos va bien conformándonos porque no nos va mal. Pero eso no significa que estemos realizándonos o haciendo lo correcto. Decimos que hay paz, pero no es una paz en la que cada uno respeta las ideas del otro aunque no las comparta, sino que le hacemos creer que coincidimos cuando no es así. En mi opinión, a veces no está mal hacer eso, ya que hay personas con más autoridad que nosotros y no vamos a conseguir nada positivo intentando llevarlas a nuestro campo, al menos no sin ayuda. Pero hay otras ocasiones en las que simplemente no nos involucramos porque no nos afecta directamente y es lo más fácil. Supongo que de ahí derivan los corros que se forman cuando dos personas se pelean, donde nadie intenta separarlas, más bien al contrario; los comentarios suelen ser alentadores. Y esto, creo yo, es bastante triste.
Es común pensar que la movilización y el intento activo de cambio conlleva la destrucción de esa paz metaestable en la que solemos encontrarnos. Muchas personas han dado su vida cada vez que se ha intentado llevar a cabo un gran cambio de mentalidad en la sociedad, como puede ser el considerar a las mujeres con la misma capacidad de voto que los hombres. Pero si miramos atrás y pensamos en todo el tiempo que ha tenido que transcurrir hasta que realmente hubo personas que decidieron defender sus derechos, nos damos cuenta de que es lógico que nadie quiera mojarse en las cosas pequeñas. Porque no tiene sentido involucrarse si no hay nada que ganar.