Estaba tendida en la cama, con montones de finos tubos por diversas zonas del cuerpo. Últimamente, casi siempre tenía visita. No era de extrañar, dado su estado. Sin embargo, esta vez, se armó de valor para decir las palabras que llevaba días pensando. Quizá porque solo hacía unos meses que había conocido a su nueva amiga y aún no le había contado nada al respecto. O quizá porque, en lo más hondo de su ser, sabía que no iba a tener otra oportunidad.
—Me gustaría que hicieras una última cosa por mí.
La palabra "última" afectó a su amiga más de lo que esta quiso admitir.
—Claro, ¿el qué?
—Busca a esta persona —respondió mientras le tendía un papel con una mano ligeramente temblorosa—. Me gustaría que le pidieras que venga aquí.
[...]
—Vaya, así que has venido.
—No esperaba que nos volviésemos a ver, después de casi 25 años, en una situación así.
—Ya, yo tampoco. Pero hay algo que necesito preguntarte.
—No has cambiado nada, ¿eh?
—Ni tú.
Se miraron fijamente por un momento sin mediar palabra y rieron. Pero entre la efímera alegría se desprendía un atisbo de tristeza.
—¿Quieres saber por qué me fui? —dijo dando un paso hacia delante.
—Sí.
—¿Tienes alguna idea?
—Sí. Y no me refiero a lo último que pasó.
—Entonces, probablemente estés en lo cierto.
—Vaya... lo siento. Éramos tan chicos por aquel entonces... no tenía ni idea de la vida. Sé que no es excusa, pero lo que sí te puedo decir es que nunca lo he olvidado. Lo que no entiendo es... ¿por qué nunca me dijiste que fue por eso?
—Bueno... porque te quería.
Cada segundo se convirtió en una eternidad.
—A ver, voy a decir algo, pero déjame acabar, ¿vale?
—Vale.
—Yo... yo también te quería. No creo que haya dejado de hacerlo, en realidad —su voz se atenuó mientras hablaba—. Pero no de la forma en que me querías tú.
Volvió a reinar el silencio por un interminable instante.
—¿Y eso qué significa?
—No creo que tenga sentido explicarlo ya. Simplemente quería que lo supieras. Y también quiero que sepas que... te p-
Aquella frase quedó incompleta para siempre.