miércoles, 9 de enero de 2019

0

El precio de la libertad

Hoy me he encontrado en mitad de una conversación en la que uno de los participantes defendía la imposición de una dictadura si con ello se conseguía preservar la igualdad económica.
La razón por la que no puedo estar de acuerdo con ninguna clase de dictadura se puede resumir en una sencilla frase en la que estuve pensando hace poco de forma independiente:

¿Quién vigilará a los vigilantes?

Aunque creo que es bastante clara por sí sola, desarrollaré un poco más. Y es que incluso si estuviera de acuerdo con todas las ideas que alguien me propusiera no podría aceptarlo porque, en primer lugar, pueden cambiar en el tiempo y, en segundo, quizá hay otras ideas que no me haya contado que no comparto o no concuerdo con el método que aplicaría para conseguir alguna de sus ideas. Y el problema principal de una dictadura es que, una vez la persona o el grupo llega al poder, no hay forma de destituirlo externamente, así que nadie puede controlar al dictador a partir de ese momento.

Datos personales

Mi foto
Si quieres saber cómo soy tendrás que conocerme...
Con la tecnología de Blogger.