jueves, 27 de febrero de 2020

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¿Cómo te llamas?

El otro día estaba oyendo a alguien hablar y estaba a punto de mencionar varios nombres de científicos y científicas. En ese momento estuve atenta, porque lo usual es utilizar el apellido para referirse a los hombres y el nombre de pila para las mujeres, o el nombre completo si acaso. Sin embargo, parece que se percató también del asunto, porque empezó a usar apellidos siempre y luego cambió a nombres siempre, sin distinción de género, y eso estuvo bien.

Sin embargo, este problema sigue existiendo en la sociedad y en los medios de comunicación; no hay más que ver las noticias de política, por poner un ejemplo, cuando Rajoy era presidente y Soraya vicepresidenta (vamos a obviar el hecho de que utilicen "posibilidades" cuando deberían decir probabilidad...). O que nadie diga Curie sin especificar su nombre.
Alguien podría pensar que esto no debería afectar en nada. Pero, entonces, en primer lugar, ¿por qué ocurre? Podría pensarse que lo que se intenta es reforzar la idea de que también hay mujeres en esos campos, pero esto trae consigo el problema de que cuando leemos un apellido lo que nos viene a la cabeza, por lo general, es la imagen de un hombre. Y aún hay más: en este artículo muestran que, cuando se habla de una persona por su apellido, es juzgada como más competente que cuando se utiliza el nombre. Así que volvemos a lo de siempre: las mujeres acaban peor paradas. Si sois vagos como yo, aquí podéis encontrar un resumen de estos estudios en castellano. Me llama la atención concretamente el experimento en el que utilizan dos personas ficticias con el mismo apellido, Berson, cambiándoles el nombre, y la gente emplea el apellido mucho más frecuentemente si el nombre es masculino. Aún nos queda bastante por cambiar...

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